Más BLANCO que NEGRO...
"Yo no vengo a llenar un balde, sino a prender un fuego", dijo en el año 2000 ÁngelGabilondo
Hoy podemos desayunar con una magnífica noticia. La remodelación del Gobierno de Zapatero deshace un entuerto que amenazaba con tener consecuencias catastróficas: las competencias en Universidades vuelven al Ministerio de Educación, de donde nunca debían haber salido. Y, sobre todo, se sitúa al frente de la cartera a uno de los filósofos españoles más brillantes, profundos y creativos: ÁngelGabilondo, profesor de metafísica en la Universidad Autónoma de Madrid, su rector desde el 2002 y, además, presidente de la Conferencia de Rectores. Los lectores de La Vanguardia lo conocen bien, pues han podido seguir, desde el año 2004, sus sutiles artículos, el primer lunes de cada mes. En estas páginas Gabilondo ha escrito sobre "las palabras que importan", y sobre por qué, tibios y cuitados, nos atrevemos tan poco. Nos ha recordado que "gobernar es preferir", intentando ser partidarios y partícipes, sin ser partidistas. Y nos ha hablado de "la delgadez del alma" y del "saber envejecer". Es, además, de las personas a las que alegra encontrar a alguien con un periódico, "la oración matutina del hombre moderno". Y, por supuesto, ha hablado de educación siempre que se ha terciado: "La educación es decisiva. Y la cultura, por supuesto, también". Dejó constancia de que "podría decirse que la educación sigue siendo la asignatura pendiente de nuestra democracia; no acabamos de encontrar los caminos". También, más recientemente, recordó que "se puede enseñar y se debe estudiar", aparentes obviedades tal vez demasiado olvidadas que exigen asumir la responsabilidad de ser, unos y otros, exigentes. Ahora está al frente de un negociado que conoce bien, en momentos tan trascendentes como la adecuación de la universidad española al espacio europeo de educación superior, el tan mal entendido plan Bolonia. Con su nombramiento, somos muchos los que esperaremos sus gestos con ilusión y esperanza. Es mucho lo que está en juego. ...
Hoy podemos desayunar con una magnífica noticia. La remodelación del Gobierno de Zapatero deshace un entuerto que amenazaba con tener consecuencias catastróficas: las competencias en Universidades vuelven al Ministerio de Educación, de donde nunca debían haber salido. Y, sobre todo, se sitúa al frente de la cartera a uno de los filósofos españoles más brillantes, profundos y creativos: ÁngelGabilondo, profesor de metafísica en la Universidad Autónoma de Madrid, su rector desde el 2002 y, además, presidente de la Conferencia de Rectores. Los lectores de La Vanguardia lo conocen bien, pues han podido seguir, desde el año 2004, sus sutiles artículos, el primer lunes de cada mes. En estas páginas Gabilondo ha escrito sobre "las palabras que importan", y sobre por qué, tibios y cuitados, nos atrevemos tan poco. Nos ha recordado que "gobernar es preferir", intentando ser partidarios y partícipes, sin ser partidistas. Y nos ha hablado de "la delgadez del alma" y del "saber envejecer". Es, además, de las personas a las que alegra encontrar a alguien con un periódico, "la oración matutina del hombre moderno". Y, por supuesto, ha hablado de educación siempre que se ha terciado: "La educación es decisiva. Y la cultura, por supuesto, también". Dejó constancia de que "podría decirse que la educación sigue siendo la asignatura pendiente de nuestra democracia; no acabamos de encontrar los caminos". También, más recientemente, recordó que "se puede enseñar y se debe estudiar", aparentes obviedades tal vez demasiado olvidadas que exigen asumir la responsabilidad de ser, unos y otros, exigentes. Ahora está al frente de un negociado que conoce bien, en momentos tan trascendentes como la adecuación de la universidad española al espacio europeo de educación superior, el tan mal entendido plan Bolonia. Con su nombramiento, somos muchos los que esperaremos sus gestos con ilusión y esperanza. Es mucho lo que está en juego. ...
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